Principales factores limitantes
TEMPERATURA
Todos los organismos presentan una temperatura óptima de desarrollo, que por lo general varía entre 5 y 30 grados centígrados, y unas temperaturas externas máximas y mínimas a partir de las cuales es imposible sobrevivir.
Para adaptarse a las variaciones de temperatura, los seres vivos han desarrollado diferentes sistemas. Así, algunos vegetales pierden la parte área y sobreviven sólo con los órganos subterráneos ( bulbo o rizoma); otro ejemplo es el de los animales que pasan las estaciones desfavorables en estado de hibernación o estivación.
LUZ
La importancia de este factor reside en que la principal fuente de energía, sin la cual la vida no podría existir; pero, al mismo tiempo, su incidencia directa sobre las células provocan la muerte. Por consiguiente, la biosfera ha tenido que evolucionar de forma que sólo lleguen hasta la TIERRA los componentes útiles de la luz y que se atenúen o eliminen los perjudiciales.
Así, cada organismo ha adoptado diferentes sistemas para captar el nivel óptico de radiación solar: los peces tienen el dorso más pigmentado que el vientre, ya que sobre esa zona inciden mayor cantidad de luz; la piel del hombre se vuelve más oscura cuanto más se expone al sol, pues asi hacia las zonas de mayor intensidad luminosa, pues aprovecha ésta para la fotosíntesis; las plantas del extracto herbáceo de un bosque hacen coincidir su período reproductivo con la caída de las hojas de los árboles y arbustos circundantes, pues entonces disponen de mayor cantidad de luz.
AGUA
Su presencia resulta decisiva para la vida, pues es el componente mayoritario de los seres vivos . Además, el agua intervienen en la función clorofílica de las plantas, actúan como disolventes de las subtancias nutritivas, como vehiculo de transporte, regula la temperatura en los seres vivos y en el ambiente y es un factor delimitante, tanto en el medio terrestre como el medio acuático.
Todas estas condiciones explican la serie de adaptaciones que han de desarrollar los seres vivos para regular el equilibrio entre la absorción y la pérdida de agua. Así, los cactus transforman el tallo en un reselvorio de este líquido y las hojas se convierten en espinas para reducir la superficie sobre la que se producen normalmente la evaporación del agua; los molucos terrestres se esconden en sus conchas y las cierran con mucus durante la épocas secas.
ACCIÓN CONJUNTA DE LA TEMPERATURA Y LA HUMEDAD
La consideración de estos dos factores unidos tiene una gran importancia a la hora de definir los tipos de clima, tan directamente relacionados con la presencia o ausencia de especies animales y vegetales.
GASES ATMOSFÉRICOS
Este factor no presenta una gran importancia en los ecosistemas terrestres, ya que la composición de la atmósfera en la mayoría de la biosfera es casi constante, pero sí resulta decisivo en los medios acuáticos, pues la cantidad de gases atmosféricos (anhídrido carbónico, oxígeno y otros) disueltos en el agua y a disposición de los organismos es muy variada.
PRESIÓN
El aire que rodea a la Tierra ejerce una presión atmosférica sobre ella. Su influencia no resulta excesivamente importante, aunque sí condiciona ciertos cambios en los animales y plantas, sobre todo relacionados con la altitud y la disminución de oxígeno.
Por el contrario, la presión hidrostática, que es la que ejerce el agua sobre el fondo, sí resulta decisiva, pues aumenta una atmósfera por cada 10 metros de profundidad. Al principio se pensó que este factor haría imposible la vida a grandes profundidades, pero en la actualidad se sabe que esto no es así, pues se han encontrado algunas anémonas, bivalvos y crustáceos a los 10.500 metros de profundidad.
EL SUELO
En general, se le puede considerar como el resultado de la acción del clima y de los organismos, sobre todo los vegetales, sobre el material que cubre la superficie terrestre.
Para conocer sus características y determinar qué tipos de plantas y animales pueden asentarse en él hay que estudiar, por lo menos, los tres factores siguientes: su textura, esto es, el porcentaje de arcilla, sedimento y arena que contiene; la proporción de materia orgánica, y, por último, su capacidad de intercambio de elementos minerales o nutritivos, que son los que determinarán la fertilidad de un sustrato determinado.
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